Suspirar profundamente mirando al horizonte,
sentir revoloteos en el estómago,
sorprenderse con un 'te quiero' sencillo y descomplicado,
sentir que el tiempo no pasa,
saber que las noches duran lo que duran los sueños de los amantes,
recibir un abrazo sin esperarlo,
sentir el roce de una mano en la mía,
sonreír mientras se ruborizan las mejillas y levantas tu mirada iluminada,
besar suave y acompasadamente sabiendo que es lo único que sucede en el universo...
No, no recuerdo lo que es estar enamorada.
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Y yo aquí convenciéndome de que solamente se trata de mi estúpida necesidad de amar.
¿Qué más puede ser, sino un espejismo otra vez? Es que tiene otra cara y otro nombre, viene de otro lugar pero es que me aferro a pensar que es parte del mismo sueño lejano.
Meras coincidencias, encontrarse un día a cierta hora con ciertas personas en un cierto lugar...
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Sé que una vez que entre, nada volverá a ser igual... (¡Qué alivio!)
Cierro los ojos y camino despacio, tres pasos hacia atrás, en silencio para no despertar a mi realidad que duerme tras de mí. Puedo sentir tu sueño cerca, esperándome con ansía -aunque no sé para qué- con sus espacios abiertos para sentirme como en mi sueño.
¿Y si me quedo dentro? Podría vivir en el jardín espiral que encontré la otra noche, alimentarme de ti, vestirme de sonrisas y volverme eterna... dormiría con los ojos abiertos...
Esta noche, pasearé por las puertas que me llevan a los escenarios que pintas con tus dedos -esos que cambian de forma repentina-, entraré en ellas para hundirme en ti, en ese laberinto vertical que aún no conozco...
Después, si despiertas y me encuentras ahí, no te asustes, que algún día seguramente lejano encontraré la manera de salir.
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Hay una casa por donde no pasa el tiempo -o en algún momento se detuvo para quedarse a descansar-
donde los suspiros atraviesan las paredes como fantasmas y las voces de los enamorados danzan de cuarto en cuarto haciendo ronda con la noche.
En el día, el silencio llena sutilmente los espacios de la casa y la tranquilidad se acomoda en el solario, bebiendo una taza de café mientras el sol le acaricia.
Es una noche de amor la que envuelve a los enamorados, la que los toca y los besa. Algunos se han fundido entre las caricias, bajo las sombras de la oscuridad, junto a las puertas que susurran mientras que otros -inundados de deseo- hacen el amor con sus recuerdos lejanos, recuerdos que no los han alcanzado aún.
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