El absurdo compromiso de cambiar al mundo puesto sobre el mantel de la mesa, adornado con el tono mordaz de lo que sale de su boca, cual perros rabiosos...
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"Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días.
Cuando un cronopio canta, las esperanzas y los famas acuden a escucharlo aunque no comprenden mucho su arrebato y en general se muestran algo escandalizados. En medio del corro el cronopio levanta sus bracitos como si sostuviera el sol, como si el cielo fuera una bandeja y el sol la cabeza del Bautista, de modo que la canción del cronopio es Salomé desnuda danzando para los famas y las esperanzas que están ahí boquiabiertos y preguntándose si el señor cura, si las conveniencias. Pero como en el fondo son buenos (los famas son buenos y las esperanzas bobas), acaban aplaudiendo al cronopio, que se recobra sobresaltado, mira en torno y se pone también a aplaudir, pobrecito."
J. Cortázar (Historias de Cronopios y de Famas, fragmento)
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Las nubes tienen prisa por mudarse,
les pido que no me abandonen.
Se mueven como algodones gigantes
sin gravedad
no hacen ruido
y, para cuando llegue la noche,
me dejarán dormir.
Si despierto sola
es porque ya se fueron,
sin hacer escándalos
ni prendiendo las luces,
así... nomás de puntitas.
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