Era mi rostro a la luz de una vela
lo que iluminó tu sonrisa... por instantes...
me vi reflejada en tus ojos,
luego te sentí en los míos.

Cerraste tus labios más de una vez
para decirme entre silencios lo que tu alma gritaba
lo que tus manos decían...
hablaste más de una vez
con todo tu ser, y mi alma te respondió...

Escuché tu voz... sólo la escuché y fui feliz
Mis ojos te dijeron cosas que tu corazón guardó
secretos que sólo por hoy supiste
pero en mis sueños siguen y siguen sonando

De ti robé una mirada
que ahora me guardo entre el corazón y el alma
(lugar que no te dejé ver... aún...)

Mis pasos siguieron los tuyos
para hacerse tu sombra
bajo la luna que hoy no salió
sólo para dejarnos ser... y estar

Y al final, ya no renegué de tus brazos
que me tuvieron sin soltarme
...y al final
al final te robé lo que no pienso devolverte jamás,
y que sólo tú y yo sabremos que fue.

Blancas mariposas
muertas
caen en el silencio
de mis pensamientos...

IN MEMORIAM
Arritmia

El paso arrítmico del tiempo está marcado por el andar pausado y silencioso de los segundos
que prudentes me miran a través del cristal rayado del reloj en mi muñeca, impávidos... morbosos.

Me va siguiendo ese tiempo como si fuera mi misma sombra, siempre en gris, deteniéndose detrás de cada esquina, esperando que yo la doble para sorprenderme.

Su andar también se marca con el segundero que, precisamente, le hace segunda y a veces le acompaña al baile del corazón que insiste en ofrecer fiestas para tener con quien estar.

La arritmia del tiempo contagia al corazón (pobre de él), que se va adormilando en su paso lento y se desboca cuando corre sin saber a donde llegar.

...ahora me doy cuenta de que ese corazón es el mío, y el tiempo, el tiempo es de nadie, pero es tan poderoso que me derriba con todo y corazón, con todo y alma... con todo y todo.