Si son lo que más uso, pues habrá algún lugar especial para guardarlos.
Esos sueños cargados de antaño, con olor a madera vieja
me recuerdan que siempre te estabas muy dentro, calladito, en silencio, pero presente.
Con aquellos olores vienen colores en sepia y ligeras se sueltan desde el fondo
de ese cajón las notas de una canción que es sólo tuya y mía,
quizá porque así lo quiso el destino llamado Dios.
Voy a creer firmemente que nada es un error,
nada es casualidad. Los sueños no están en mi cajón porque alguien lo escribió.
Ahí los he puesto para tomarlos cuando yo quiera,
para disponer de ellos como postales de mis viajes.
Yo no sé si tú eres uno de mis más largos viajes por la vida o el más intermitente,
tal vez eres un pasajero igual que yo, de lo que ahora sí estoy segura es que quiero ir contigo.
Espero frenéticamente que tú quieras ir conmigo...