No desearás al hombre de tu prójimo,
recordé...
ya que estamos en esas,
creo que tú no lo recuerdas.
La mirada que traiciona
se convierte en asesina,
los murmullos de la noche,
cómplices
desgaran las entrañas,
las caricias aún no vivas
se asoman por la ventana
para decir que se acercan.
Nada más que juegos,
poco más que peligrosos,
donde el daño es como un beso,
la redención como un golpe ...
allá debajo cruzas silente
umbrales de deseo,
mientras yo me quemo
desde el amanecer...
penitencia,
culpa redimida
nada que deber,
todo que temer.
Tráeme una copa de vino
de sangre
brindaré contigo
porque te di una estrella,
porque aún no soporto
el calvario de esta alma.
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